El maestro Sufi contaba siermpe una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían si sentido...
- Maestro -lo encaró uno de ellos una tarde-. Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado...
- Pido perdón por eso -se disculpó el maestro-. Permíteme que en señal de reparaciónte convide con un rico durazno.
- Gracias maestro -respondió halagado el discípulo-.
- Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?
- Sí. Muchas gracias -dijo el alumno-.
- Te gustaría que, ya que tengo en mi mano el cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo...?
- Me encantaría, ... pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...
- No es abuso si yo te lo ofrezco. Sólo deseo complacerte... Permíteme tambien que te lo mastique antes de dártelo...
- No maestro. ¡No me gustaría que hiceras eso! - se quejó sorprendio el discípulo-.
El maestro hizo una pausa y dijo:
- Si yo les explicara el sentido de cada cuento... sería como darles a comer fruta masticada.
Fuente: De la sabidruía sufi en Bucal Jorge, Cuentos para pensar, México, Océano, 2002
1 comentario:
Muy bonito y muy cierto aunque yo no le llamaría parabola a un cuento.
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